Nuestra primera gripe nos marca para toda la vida, más que el primer amor, quizá porque nuestro sistema inmune tiene mejor memoria que nuestro cerebro.
En medicina preventiva y salud pública llevamos una temporada de setas de año y medio de duración. No se emocionen, no son níscalos ni parasoles, llevamos un año y medio de amanitas y setas tóxicas. Me refiero a los gurús que, con poca o ninguna idea, se dedican a predecir el futuro epidemiológicovolcánico y surgen como setas en la tele. Hay que tener mucha cautela con los falsos expertos, que viven de meter miedo y se alimentan de crispación. Y como opinan de todo, ahora hablan de la gripe. Y sí, hay preguntas importantes de si vendrá una ola sin precedentes o si pasará de puntillas, prevalecerá el covid o la gripe, ¿convivirán?, sirve la vacuna o mejor ir a pecho descubierto y qué podemos hacer cada uno, no solo para protegernos a nosotros, sino a los demás. Spoiler: hay muchas cosas que no se saben aún. Lo cierto es que llevamos unos 24 meses sin gripe, ya que la circulación del virus ha sido mínima desde que llegó el covid. Esto es importante por varias razones y hoy me gustaría centrarme en una de ellas: los bebés. En España, los bebés nacidos a partir de febrero del 2019 no han contactado con estos virus de la gripe aún y habrá que ver cuál es el primero que les llega. Esto es muy interesante porque hay estudios que demuestran que nuestra primera gripe nos marca para toda la vida. Nos marca la gripe más que el primer amor, quizá porque nuestro sistema inmune tiene mejor memoria que nuestro cerebro. Este concepto viene de 1960, cuando Thomas Francis acuñó el término ‘Pecado Antigénico Original’ (estamos de acuerdo, el nombre no era el mejor). Francis notó que la misma gripe afectaba de manera diferente a personas de diferentes quintas. Aunque no contaba con los medios para demostrarlo en laboratorio, con los años muchos científicos han apoyado esta idea y ha evolucionado para llamarse teoría de la impronta inmunológica (mucho más elegante a la par que sencillo). Por simplificar: nuestra primera gripe en la infancia da forma y limita las siguientes gripes. Por ejemplo, si naciste en 1969 casi seguro que tu primera gripe la causó el virus H3N2 y estás mejor protegido contra ese tipo de virus que alguien que nació en 1959, cuando circulaba el H2N2. Esto es importante porque los virus de la gripe, como los pantalones de campana, pueden volver. Por ejemplo en 2009, durante la pandemia de gripe A H1N1, se observó que se infectaban menos las personas de más de 50 años, ¿casualidad? No, habían nacido entre los años 1918 y 1956, cuando el virus principal era, adivinen, el H1N1. O sea, que hay cierta inmunidad duradera contra la gripe. Esto podría explicar parte de por qué se dice que tal año la gripe afectó a los mayores, o a los jóvenes… Aprovecho para recordar que hasta los 6 meses de edad los niños se protegen gracias a los anticuerpos que reciben de su madre, por eso insistimos siempre en la importancia de que las mujeres embarazadas se vacunen contra la gripe, en cualquier trimestre del embarazo, para así proteger a sus bebés durante los primeros meses de vida. Por supuesto que el sistema inmune es muy complejo y no es posible explicar teorías complejas en pocas líneas, por eso es importante confiar en los expertos (no en los expertos-setas) y seguir las recomendaciones: vacuna, higiene de manos, aislamiento si hay síntomas en alguien cercano… Así podemos contribuir a que la gripe no llegue a las personas más vulnerables. Algún día hablaremos en profundidad de la vacuna, pero de manera resumida hay que reconocer que no es esterilizante y la vacuna nos protege principalmente contra la gripe grave, la que mata. Es cierto también que tenemos una incertidumbre grande respecto a qué cepas circularán este año porque tenemos poca información del año pasado que no hubo. Es cierto que hay variables como la impronta inmunológica que no se pueden controlar. Es cierto que después de 70 años investigando estos virus aún nos queda mucho camino por recorrer. Pero no es menos cierto que cuantas más personas se vacunen más protegidas están aquellas más vulnerables. Está también demostrado que en los hospitales y centros de salud, donde los trabajadores se vacunan mayoritariamente, no hay brotes de gripe y los pacientes están más seguros. Y por último, ya hemos visto que esto de tener vacunas disponibles es un lujo para un puñado de países y que la mayoría de personas se enfrentan a enfermedades como el covid o la gripe casi sin herramientas. El desarrollo de las vacunas es uno de los avances más radicales que han mejorado la calidad y la esperanza de vida de la humanidad. Tenemos que aprovecharlas.
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